El orificio y los nuevos comienzos

Es inventado. Nació en el rincón de mi cuarto junto a la ventana. Un orificio, una idea, la oportunidad de tener la historia más emocionante, una bala penetró el vidrio y dejó su huella. Malu se quedó boquiabierta la primera vez que le conté esa historia, me miró, me creyó y no, se lo pensó un rato ¿Será verdad? ¿Y cómo es que no hubo un herido? Me preguntó. Yo lo resolví fácil, estábamos de vacaciones en alguna playa de Venezuela cuando eso pasó ¿Será verdad? Me pregunté a mi misma. Era un orificio muy bien definido, pese a él, el vidrio estaba entero, y yo presionaba la yema del meñique contra esa forma imperfecta que no entendía cómo vino a parar allí, sentía el aire frío de afuera e imaginaba el filo, ahora gastado, circundando mi piel. Nadie lo arregló, y aunque no lo puedo asegurar lo imagino todavía allí, quieto, testigo de una historia de la que nada sé pero que con los años he llegado a contar e imaginar con claridad.

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